Cada vez que leo la Palabra de Dios
donde dice que el Apóstol Juan recostaba su cabeza en el pecho de nuestro Señor
Jesús, pienso que escuchó los latidos de su corazón, y por eso nunca se alejó
de su maestro, y estuvo junto a Él, a los pies de la cruz y recibió las últimas
indicaciones que Jesús le dio a uno de sus discípulo antes de morir
crucificado. “…he ahí tu madre.” (San Juan 19:27)
Esta palabra, ha marcado mi vida, y
por eso un día en oración le dije a mi Señor: “Si pudiera escuchar un latido de
tu corazón, podría entender porqué te entregaste por nosotros mi Jesús”, y Él
me respondió. “Cada latido de mi corazón
significa un día más de perdón, de amor,
de compasión por los perdidos. Amo a los perdidos, son mi debilidad. Así
como un médico da su batalla en el hospital para vencer la enfermedad y la
muerte, así Yo he dado mi vida para que tú la puedas recuperar, estabas muerta
y Yo transferí Mi vida a la tuya, Mi vida humana ha sido transferida a ti, vine
a donar Mi corazón para que tengan vida, para que en sus venas fluya sangre
incorruptible, y puedan tener vida eterna. Eso dice Mi corazón, Soy todo tuyo, y
tu eres Mía, porque ahora llevas en tus venas mi ADN. ESO ES AMOR.”
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