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martes, 21 de mayo de 2013

Cristo el sacrificio vivo




En diferentes textos bíblicos encontramos que siempre se habla de dos tipos de ofrendas por sacrificios: los sacrificios de comunión y los sacrificios de expiación. Los primeros son en acción de gracias a Dios y los segundos para perdón de los pecados.
En el antiguo testamento leemos como el pueblo de Dios iba al altar y llevaban pan de flor de harina, pan sin levadura, o pan de cebada a modo de ofrenda de compartir en la mesa del Padre Celestial y decirle “te agradezco todo lo que me das, mi sustento viene de tus manos, quiero sentarme a la mesa contigo y tener coinonía, comunión, con mi Dios. Esto se conoce como sacrifico de comunión. Y por otro lado llevaban a los sacerdotes, los animales para holocausto, para que ellos los sacrificaran en el altar y por la sangre derramada, se les perdonaran los pecados. Este es el sacrificio de expiación, de perdón. Esta práctica se inicia allá cuando Adán y Eva cayeron en desobediencia y se le abrieron los ojos y se dieron cuentan que estaban desnudos, ellos se hicieron delantales con hojas de higuera, dice la biblia, pero Dios Padre, sacrificó animales y cubrió su desnudez, la manifestación de su pecado, con pieles de inocentes. Allí vemos como con el pecado entró la muerte por primera vez al paraíso. Leamos cap. 3 de génesis.
1EMPERO la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo á la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2 Y la mujer respondió á la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto comemos; 3 Mas del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. 4 Entonces la serpiente dijo á la mujer: No moriréis;5 Mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal. 6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable á los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también á su marido, el cual comió así como ella. 7 Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y conocieron que estaban desnudos: entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto al aire del día: y escondióse el hombre y su mujer de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. 9 Y llamó Jehová Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y escondíme. 11 Y díjole: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? 12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dió del árbol, y yo comí. 13 Entonces Jehová Dios dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
14 Y Jehová Dios dijo á la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida:
15 Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás los hijos; y á tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti.
17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste á la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo, No comerás de él; maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida;
18 Espinos y cardos te producirá, y comerás hierba del campo;
19 En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado.
20 Y llamó el hombre el nombre de su mujer, Eva; por cuanto ella era madre de todos lo vivientes. 21 Y Jehová Dios hizo al hombre y á su mujer túnicas de pieles, y vistiólos.
Desde el Edén el pecado se ha cubierto con la sangre de un inocente. En Jesús encontramos el Cordero Inmaculado que fue entregado por el Padre, para el perdón de nuestros pecados, y también es Él el pan de vida, y  como el grano de trigo que es molido en el molino, el fue molido por nuestros pecados, y es su carne  la ofrenda del pan verdadero, sin levadura,  que nos permite conciliarnos con Dios y sentarnos a su mesa. Ya no hace falta hacer sacrificios de comunión y sacrificios de expiación de pecado. Todo fue hecho de una vez y para siempre en la cruz del calvario, y como en el paraíso, Dios sacrificó al inocente para tapar con su sangre nuestra rebelión. Sólo debemos aceptar a Jesús en nuestro corazón para que nos alcance el holocausto de la cruz, y nuestros pecados sean perdonados y podamos amigarnos con el Padre.  Gracias Jesús.

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