En diferentes textos bíblicos
encontramos que siempre se habla de dos tipos de ofrendas por sacrificios: los
sacrificios de comunión y los sacrificios de expiación. Los primeros son en
acción de gracias a Dios y los segundos para perdón de los pecados.
En el antiguo testamento leemos
como el pueblo de Dios iba al altar y llevaban pan de flor de
harina, pan sin levadura, o pan de cebada a modo de ofrenda de compartir en la mesa del Padre Celestial y decirle “te agradezco todo lo que me
das, mi sustento viene de tus manos, quiero sentarme a la mesa contigo y tener coinonía,
comunión, con mi Dios. Esto se conoce como sacrifico de comunión. Y por otro
lado llevaban a los sacerdotes, los animales para holocausto, para que ellos los
sacrificaran en el altar y por la sangre derramada, se les perdonaran los pecados. Este es
el sacrificio de expiación, de perdón. Esta práctica se inicia allá cuando Adán
y Eva cayeron en desobediencia y se le abrieron los ojos y se dieron cuentan
que estaban desnudos, ellos se hicieron delantales con hojas de higuera, dice
la biblia, pero Dios Padre, sacrificó animales y cubrió su desnudez, la manifestación
de su pecado, con pieles de inocentes. Allí vemos como con el pecado entró la
muerte por primera vez al paraíso. Leamos cap. 3 de génesis.
1EMPERO la serpiente era astuta, más que todos los animales
del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo á la mujer: ¿Conque Dios os
ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2 Y la mujer respondió á la serpiente: Del fruto de los
árboles del huerto comemos; 3 Mas del fruto del árbol que está en medio del huerto
dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. 4 Entonces la serpiente dijo á la mujer: No moriréis;5 Mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal. 6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que
era agradable á los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó
de su fruto, y comió; y dio también á su marido, el cual comió así como ella. 7 Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y
conocieron que estaban desnudos: entonces cosieron hojas de higuera, y se
hicieron delantales.
Y oyeron
la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto al aire del día: y escondióse
el hombre y su mujer de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del
huerto. 9 Y
llamó Jehová Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10 Y
él respondió: Oí tu voz en el huerto,
y tuve miedo, porque estaba desnudo; y escondíme. 11 Y díjole: ¿Quién te enseñó que
estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? 12 Y
el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dió del árbol, y yo
comí. 13 Entonces
Jehová Dios dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La
serpiente me engañó, y comí.
14 Y
Jehová Dios dijo á la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre
todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás,
y polvo comerás todos los días de tu vida:
15 Y
enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
16 A
la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con
dolor parirás los hijos; y á tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de
ti.
17 Y
al hombre dijo: Por cuanto obedeciste á la voz de tu mujer, y comiste del árbol
de que te mandé diciendo, No comerás de él; maldita será la tierra por amor de
ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida;
18 Espinos
y cardos te producirá, y comerás hierba del campo;
19 En
el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de
ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado.
20 Y
llamó el hombre el nombre de su mujer, Eva; por cuanto ella era madre de todos
lo vivientes. 21 Y Jehová Dios hizo al hombre y á su
mujer túnicas de pieles, y vistiólos.
Desde el Edén el pecado se ha
cubierto con la sangre de un inocente. En Jesús encontramos el Cordero
Inmaculado que fue entregado por el Padre, para el perdón de nuestros pecados,
y también es Él el pan de vida, y como el grano de trigo que es molido en el molino, el fue molido por nuestros pecados, y es su carne la ofrenda del pan verdadero, sin levadura, que nos permite conciliarnos con Dios y
sentarnos a su mesa. Ya no hace falta hacer sacrificios de comunión y sacrificios
de expiación de pecado. Todo fue hecho de una vez y para siempre en la cruz del
calvario, y como en el paraíso, Dios sacrificó al inocente para tapar con su
sangre nuestra rebelión. Sólo debemos aceptar a Jesús en nuestro corazón para que nos alcance el holocausto de la cruz, y nuestros pecados sean perdonados y podamos amigarnos con el Padre. Gracias Jesús.
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