Estas dos
palabras tienen las mismas letras,
son casi gemelas, si se leen contiguas una de la otra, resultan cacofónicas,
sin embargo para Dios una es origen de la otra.
La palabra de
Dios dice que sin fe es imposible
agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerque a Dios debe creer que el
existe y que recompensa a quienes lo buscan.
¿Cómo
podríamos creer que Dios existe sin fe?
La fe es una
sustancia implantada en el corazón del hombre, que lo empuja a seguir viviendo,
a continuar luchando, a buscar la salida cuando se siente cercado por las
circunstancias, como la pobreza, la enfermedad, la fe es una característica
exclusiva del hombre heredada de nuestro creador, ningún otro ser viviente
tiene fe, sólo el hombre, porque fue hecho a imagen y semejanza de Jesús, el
Cristo. Jesús no se hizo hombre para ser igual a nosotros, sino que Dios Padre
nos hizo semejante a Él para poder depositar en nosotros fe, y así por su intermedio
reconciliarnos con nuestro Padre.
La fe nos
lleva a creer y creer nos hace crecer en todos los ámbitos, tanto en el natural
como en el espiritual. Es por ello que el enemigo, -(Satanás)- nos hace dudar,
no sólo de Dios, sino también de nosotros mismos, generando sentimientos de
inferioridad, de frustración, que detienen el desarrollo de los seres humanos
transformándolos en pigmeos espirituales temerosos de cualquier desafío. La
duda es el antídoto de la fe. La fe es la semilla para creer, y el creer el
abono indispensable para crecer.
Dios ha creído
en nosotros, por eso mandó a su hijo a la cruz para rescatarnos, Él nos ama, y
quiere vernos desarrollados en todo nuestro ser, por eso nos enseña en su
palabra que para el que cree en ÉL todo le es posible.
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