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lunes, 8 de abril de 2013

No hay forma de crecer sin creer


Estas dos palabras tienen las mismas letras, son casi gemelas, si se leen contiguas una de la otra, resultan cacofónicas, sin embargo para Dios una es origen de la otra.
La palabra de Dios dice que sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerque a Dios debe creer que el existe y que recompensa a quienes lo buscan.
¿Cómo podríamos creer que Dios existe sin fe?
La fe es una sustancia implantada en el corazón del hombre, que lo empuja a seguir viviendo, a continuar luchando, a buscar la salida cuando se siente cercado por las circunstancias, como la pobreza, la enfermedad, la fe es una característica exclusiva del hombre heredada de nuestro creador, ningún otro ser viviente tiene fe, sólo el hombre, porque fue hecho a imagen y semejanza de Jesús, el Cristo. Jesús no se hizo hombre para ser igual a nosotros, sino que Dios Padre nos hizo semejante a Él para poder depositar en nosotros fe, y así por su intermedio reconciliarnos con nuestro Padre.
La fe nos lleva a creer y creer nos hace crecer en todos los ámbitos, tanto en el natural como en el espiritual. Es por ello que el enemigo, -(Satanás)- nos hace dudar, no sólo de Dios, sino también de nosotros mismos, generando sentimientos de inferioridad, de frustración, que detienen el desarrollo de los seres humanos transformándolos en pigmeos espirituales temerosos de cualquier desafío. La duda es el antídoto de la fe. La fe es la semilla para creer, y el creer el abono indispensable para crecer.
Dios ha creído en nosotros, por eso mandó a su hijo a la cruz para rescatarnos, Él nos ama, y quiere vernos desarrollados en todo nuestro ser, por eso nos enseña en su palabra que para el que cree en ÉL todo le es posible.

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