En el año 1980
trabajaba con un médico ginecólogo a quien servía de asistente, y tenía algunas
tareas encomendadas que cumplir, que eran de suma importancia para que cuando él
llegara a su consultorio todo estuviera en orden y, con la seguridad y asepsia indispensable
para atender a sus pacientes.
Una de esas
labores consistía en la higiene y esterilización del instrumental que el usaba,
sin su caja esterilizada no podía empezar a atender, era algo
indispensable.
Hace unos días
el Señor me mostró que nosotros somos instrumentos en sus manos, y que
como tales Él desea usarnos, pero no
puede empezar su tarea si no tenemos un corazón limpio y sujeto a su voluntad.
Los instrumentos se dejan llevar por las manos del que los usa, no oponen
resistencia, son para ser usados, están al servicio de ejecutor, y como un
instrumental en las manos de un cirujano
deben estar tan limpios y estériles para no transmitir enfermedades o dejar
virus o bacterias que puedan contaminar al paciente.
Muchas veces
le pedimos a Dios ser usados por Él, pero Dios, como un buen cirujano, nunca usará
un utensilios que en vez llevar sanidad a su pueblo, traiga contaminación, por
eso antes de ser usados por Dios, muchas veces debemos pasar por el fuego
santificador, y cuando nos ha curado en el calor del fuego entonces nos carga
en su caja de herramientas y usa en el momento oportuno.
Esas bacterias espirituales que debemos exterminar se encuentran en nuestro
corazón, algunas han quedado como resabio del viejo hombre o la vieja mujer, y están
prendidas como abrojos, se vuelven inmune-resistente y siguen contaminando todo lo que hacemos y, de
vez en cuando se dan diques de transatlántico y dejan una estela tan grande que
revuelve todo, y traen desde lo profundo de nuestra alma cosas que ni siquiera
recodábamos, sin embargo estaban allí, esperando el momento oportuno para
manifestar su nocividad.
Como toda
bacteria, pasa desapercibida al ojo humano, pero nunca para Dios, y Él la llama raíz de amargura. Estas raíces que se encuentran
en nuestro interior pueden germinar en cualquier momento, y echar por tierra en
un instante la tarea que el Espíritu Santo viene haciendo en nuestro ser, de
allí la importancia de hacer sanidad interior y pedirle a Dios que nos muestre
las áreas en nuestras vidas que no le agradan y que sirven de sustento para que
el enemigo use como punto de apoyo para afectarnos a nosotros y a los que nos
rodean, por eso Pablo dice en Hebreos cap. 12 versículo 15 “ Mirad bien, no sea
que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de
amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”.
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